5 efectos negativos de la tecnología y cómo abordarlos en familia
Sea cual sea tu perfil tecnológico, lo más probable es que de vez en cuando te plantees que estás demasiado conectado. Y sea cual sea la edad de tus iKids, lo más seguro es que haya aspectos de su vida frente a las pantallas que te preocupen casi a diario. Cuando son pequeños, nos viene bien que pasen un rato usando la Tablet o viendo la tele, pero no queremos que ese tiempo sea excesivo. Cuando van creciendo, nos preocupa que vean contenidos poco adecuados o que sean demasiado curiosos y se abran perfiles online sin nosotros saberlo. Llegada la adolescencia, nos inquieta el uso que hagan del móvil, el daño que otros puedan hacerles a través de la Red y los mensajes, lo mucho que se expongan y la cantidad de tiempo que dediquen a navegar, comunicarse o actualizar sus perfiles sociales.
En todas las edades, mayores y niños, nos preocupa perder o que pierdan la capacidad de disfrutar del momento real, de respetar a los demás, de ser educados, de comunicarse cara a cara… En el caso de los iKids, hablé sobre estas y otras preocupaciones hace tiempo en una entrada titulada 11 preguntas que nos hacemos sobre el tándem niños-tecnología.
Hoy, con el verano ya terminado y la vuelta al cole plenamente operativa, aprovecho que muchos estamos en modo renovación, asumiendo nuevos compromisos y con las pilas cargadas para mejorar lo mejorable, para compartir ideas sobre cómo abordar en casa algunos de los efectos negativos que la tecnología tiene sobre la vida diaria de nuestra familia y sobre lo que aprenden los iKids de lo que ven en casa. No es un texto tecnológico, porque no hace falta ser informático para esto. Se trata de volver a las raíces, a lo básico, a eso que tú sabes que es importante. Empatía, respeto, buenos modales, capacidad de aburrirse sin dramas y aprender a entretenerse.
Familia y tecnología
Siempre empieza con buenas intenciones. Les prestas una Tablet para que jueguen, les compras un móvil por las razones que sean, les dejas jugar con la consola, les dejas tu teléfono para que busquen cosas, permites que utilicen el ordenador de casa para ver videos… Puede que además haya una Smart TV en casa con la que acceder a Internet o incluso tengas uno de esos asistentes virtuales (Siri, Cortana, Sherpa, Alexa, Google Home, HomePod…) a los que pedir que pongan música o te digan qué tiempo va a hacer. Sea como sea, después de las buenas intenciones suelen llegar las discusiones: «niño, deja ya la Play, no traigas el móvil a la cena, deja de mirar si tienes mensajes, ¿dónde has encontrado ese video?, ¿de dónde has sacado esas palabras que dices últimamente?, ¿quién es ese YouTuber del que hablas? ¿por qué mandas ese mensaje, no ves que puede sentar mal a alguien?….«.
Todos consumimos contenidos online, miramos a la pantalla, pulsamos teclas, publicamos cosas, compartimos cosas en Internet. Y aunque Internet nos hace la vida más fácil, a veces frunces el ceño porque ves que tú mismo y tus iKids empezáis a perder algunas cosas importantes: buenas maneras, capacidad de simplemente charlar o aburrirse, apreciar el momento sin tener que retratarlo, saber esperar…
Todo el mundo tranquilo. No es el Apocalipsis ni el fin de una o varias generaciones. Empecemos por reflexionar sobre el uso que damos a la tecnología y cómo mejorarlo. Y pongámonos manos a la obra.
1. Teléfonos móviles y respeto
No son solo los niños y adolescentes los que se quedan mirando un móvil incluso cuando alguien les habla. Nos pasa a todos, en todas las profesiones, en muchos momentos. Parece que no podemos despegar los ojos de la pantalla. Sabemos que lo educado es precisamente lo contrario, mirar a quien se dirige a ti. Así que hagamos un esfuerzo por mirar al frente y hablemos con los iKids claramente sobre lo que está bien y lo que es de mala educación. Ya metidos en esta conversación sobre buenas maneras, repasemos la Netiqueta y charlemos en casa sobre la importancia de cómo nos comportamos online.
Aunque no hablemos en directo y nos dediquemos más a escribir, es importante elegir las palabras, es importante respetar la ortografía y es fundamental no decir cualquier cosa. Lo que escribamos en un mensaje o comentario importa y puede hacerle daño al de enfrente. La libertad de expresión está muy bien, pero no a costa de todo.
Muchos diréis que de qué sirve enseñar esto a los iKids si la sociedad está al borde del colapso con personas que comentan cualquier cosa y escriben cualquier cosa y por el mero hecho de poder participar, participan. Da igual. Tú haz el esfuerzo de controlarte tú y habla con los niños sobre la importancia de que ellos piensen y se controlen.
En tiempos de mensajería instantánea y redes sociales, el hecho de poder opinar no implica necesariamente que tengamos que opinar sobre todo a cada momento. El hecho de que no nos veamos las caras no significa que olvidemos que detrás de la pantalla lo que hay es una persona (o varias).
2. Dispositivos conectados y empatía + concentración
Hay estudios que demuestran que la mera presencia de un teléfono en la mesa hace que dos personas que discuten experimenten menores niveles de empatía, de ponerse en el lugar del otro, escucharse y dialogar. Y hay estudios que sugieren que el hecho de tener el dispositivo cerca también hace que no nos concentremos igual. Estemos trabajando nosotros o estén los iKids estudiando, que llegue un mensaje o mail, que llegue una notificación de like o alarma, hace que levantemos la vista de lo que estamos haciendo y cortemos nuestra concentración. Lo que está claro es que si dejamos el móvil en el bolsillo o en el bolso, charlaremos más centrados en la conversación o prestaremos más atención a una tarea concreta.
Fomentemos con los iKids la conversación, la mirada, la posibilidad de esperar antes de comprobar cuántos likes ha recibido su ultima foto en Instagram o cuántos mensajes de WhatsApp ha recibido o cuál es el último video de su YouTuber favorito o de qué va el último episoio de Bob Esponja o cuánto ha avanzado su competidor en el videojuego online que le dejas disfrutar los sábados por la tarde.
Seamos claros –y a ser posible contundentes- sobre dónde dejar los dispositivos cuando se está estudiando, comiendo, charlando en familia, incluso viajando. Habla con tus hijos sobre cómo a ti también te cuesta gestionar tus distracciones digitales para que entiendan que no es necesariamente fácil concentrarse.
3. Internet y el poder del aburrimiento
Videos llenos de gatitos o fails y caídas varias. YouTubers que actualizan contenidos casi a diario. Series que no terminan y que no te piden ni darle al botón para pasar de caoítulo. Redes sociales con muros por los que puedes navegar en cualquier momento, sin pensar, a modo de entretenimiento o cura de la soledad. Grupos y chats en los que compartir cualquier cosa en cualquier momento.
Creemos oportunidades de desconexión con normas de momentos sin dispositivos; mantengamos el rato de pintar o leer o cocinar o hacer deporte o mirar al techo. El «tiempo de pantalla» no es una medida absoluta, pero unos límites claros sobre qué días o cuánto tiempo o en qué momento puede uno conectarse o no son fundamentales para el proceso de crecimiento de los niños, de forma que vayan aprendiendo a controlarse y equilibrar su vida conectada.
Niños y mayores tendemos cada vez más a ocupar cualquier momento libre con cualquier deslizamiento de dedo por un teclado o una pantalla. Pero merece la pena recordar que, a veces, aburrirse está bien. Y en el caso de los niños, más aún. Esos ratos de aburrimiento les hacen pensar, lo que a su vez estimula la imaginación y la capacidad de entretenerse de formas diferentes. El aburrimiento les ayuda a explorar su entorno, a practicar la paciencia, a superar un momento vacío sin necesidad de estímulo o distracción. Pero como podemos consumir contenidos a todas horas, nos vamos quedando sin horas para simplemente no hacer nada. De nuevo, ejemplo y charla.
Y más aún, aprovechemos la tecnología precisamente para fomentar la desconexión: buscando en YouTube videos sobre cosas que les gustan para que luego ellos imiten ese juego ya sin la pantalla (hacer slime, diseñar construcciones de Lego, copiar una receta, aprender a usar una GoPro o a hacer punto, buscar trucos para hacer mejores fotos, recopilar ideas de nuevos libros que leer…). Todas estas cosas son actividades REALES que los iKids pueden empezar a conocer a través de la tecnología.
4. Control de actividad y fotos o simplemente hacer y disfrutar
En cuanto a la monitorización de actividad, nos pasa más a los mayores, pero los adolescentes y jóvenes entran cada vez más en la estadística. Relojes que cuentan nuestros pasos, pulseras que miden el gasto de calorías, incluso aplicaciones que reflejan cuánto tiempo usamos el dispositivo móvil o qué otras apps abrimos o cuántas veces desbloqueamos la Tablet. Yo, que soy muy geek, respeto todo, pero con los iKids, especialmente en la adolescencia, retrasemos el momento del seguimiento de actividad y centrémonos en la actividad en sí misma. Si salen a correr, salen a correr. Si nadan, nadan. Si se ponen a dieta, que elijan una alimentación sana y controlada sin que haga falta revisar calorías perdidas a cada minuto o pesarse cada 3 horas. Ya tendrán tiempo de controlar cada movimiento y decisión cuando sean mayores.
Se trata de reconocer el beneficio de una actividad, la que sea, sin necesidad de cuantificar permanentemente los resultados. Así iremos trabajando la paciencia y la puesta en valor de conseguir objetivos a largo plazo. Sí, el esfuerzo, esa cosa tan poco de moda.
Y luego están las fotos, los selfies. Constantes. Los más críticos dicen que ya no disfrutamos lo que pasa a nuestro alrededor porque estamos simplemente retratándolo o dejando constancia del «yo estuve aquí». No soy tan extremista: creo que registrar con la cámara y el móvil los lugares que visitamos y las experiencias que vivimos, e incluso el momento que estamos viviendo «justo ahora, con esta cara» forma parte de la vida de hoy. Y está bien. Y estará mucho mejor si en lugar de hacer esas fotos «sólo para compartirlas» y dar un mensaje a los demás (lo que viene a llamarse ‘postureo’), las hacemos, simplemente, para disfrutarlas después.
En esta práctica hay un aprendizaje real para los iKids: el de las fotos y los selfies para disfrutar más de una experiencia y no para demostrar a los demás lo que podemos hacer o nos hace más «interesantes» y populares.
5. Asistentes virtuales y buenas maneras
Si hablas con Siri en tu iPhone o eres uno de los hogares que por todo el mundo van incorporando esos “cacharritos” con los que hablar y a los que pedir cosas, habrás visto que uno de los efectos de comunicarte con ellos es que todos los miembros de la familia terminan pidiendo las cosas de cualquier manera: «pon esta música, dime qué tiempo va a hacer hoy, cómo se llama el presiente de Estados Unidos«. Y nada de por favor o gracias. Parece una chorrada, pero lo que los niños vean en casa y se acostumbren a hacer con ese dispositivo lo irán haciendo después fuera.
Así que si traes a casa a estos asistentes con cara de máquina y voz humana, si les ves hablando con Siri (cosa que a mis iKids les encanta, por cierto), haz el ejercicio de pedir las cosas bien y de decirles a tus hijos que también lo hagan ellos. Haz tú lo que quieres que hagan, aunque sea raro decir ‘por favor’ a una máquina.
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Y hasta aquí hemos llegado. ¿Qué opináis? ¿Está destruyendo la tecnología la vida familiar y el futuro de nuestros hijos irremediablemente o aún estamos a tiempo de intervenir y enseñarles a adaptarse al mundo conectado con un poco de cabeza?
Besos,
M.
me gusto la informacion es de gran ayuda
Muchas gracias. Un saludo.
Muy bueno
Me gustaron muchísimo los puntos y lo claro que deja todo. Estoy de acuerdo con gran parte de ellos, claro que como opinión personal otros no me gusto. Pero el trabajo esta muy bien echo y me encanto y me ayudo mucho con mi examen. Muchas gracias.