María, 9 de mayo, 2023

¿Cómo puede la clase política abordar la protección de menores en Internet?

Ayer tuve la suerte de asistir a la Jornada Parlamentaria “Protección de los menores en Internet”, organizada por el Grupo Popular (Partido Popular) en el Congreso de los Diputados. Se habló de contenidos dañinos para la infancia, de marco regulatorio y de posibles soluciones al acceso descontrolado de niños y adolescentes a experiencias digitales que puedan resultar dañinas. Si DE VERDAD conseguimos que este tema entre en la agenda política (y con de verdad me refiero a no solo asustar a la población sino a aplicar normativas, diseñar políticas y capacitar a los ciudadanos), entonces estaremos avanzando.

Durante la Jornada, y mientras unos hablaron sobre la necesidad de más normativa que demande medidas protectoras a las plataformas (y las sancione si no las cumplen), otros recordaron que ya hay mucha normativa y que lo que de verdad hace falta es APLICARLA. Se repasaron las distintas opciones disponibles para limitar el acceso de menores a contenidos tanto ilegales como legales pero no dirigidos a infancia o adolescencia: desde la aplicación de las leyes hasta la auto-regulación de las plataformas, desde el etiquetado de contenidos hasta el potencial de la identificación electrónica vía terceros, desde tecnología para la verificación de edad -que no traicione la privacidad de nuestros datos personales- hasta (según algunos), ‘prohibirlo todo’.

Todos incidieron en la importancia de educar, desde la escuela y desde la familia. En este último caso, no podemos seguir solo con el enfoque ‘concienciar a las familias sobre los peligros de Internet’. Necesitamos hacer llegar a esas familias recursos que de verdad les sirvan, no sermones. Lo que veo en mis sesiones con familias es que agradecen que, en lugar de ser juzgados por dejar usar o no dejar usar tecnología a sus hijos, les cuentes dónde y cómo informarse sobre buscadores, apps y entornos digitales diseñados para la infancia, sobre tipos de contenidos según tipo de servicio (videojuegos, streaming, series….), sobre juguetes inteligentes, configuración del primer móvil, gestión de la conectividad en el hogar (wifi y datos móviles), controles parentales sencillos. Agradecen saber a dónde acudir en caso de problemas y agradecen que les recuerdes que ser buenos o malos padres no se reduce a dejar o no tener móvil o mirar pantallas o estar en redes. Agradecen que les hables sobre sitios en los que aprender sobre el mundo digital.

Así que las plataformas tienen mucho por hacer, SIN DUDA. La normativa podría ser más accesible o decidirse con más rapidez. Los políticos podrían aplicar esa normativa mucho mejor. Los colegios y las familias podrían ser mucho más perfectos. Pero, at the end of the day, la sociedad la construimos entre todos. Lo que se hace viral, lo que se pone de moda, aquello a lo que se da valor, no cae por la chimenea solo porque un algoritmo o un ejecutivo en Silicon Valley lo decida.

Como profesional implicada desde hace años en la divulgación sobre menores y tecnología, quería aprovechar para compartir algunas reflexiones que saqué de todo lo que ayer comentamos.

1.- Claramente hay una enorme preocupación social por el impacto de lo digital en niños y adolescentes. Y claramente hay una corriente que prefiere seguir divulgando solo desde la preocupación -que busca soluciones sencillas-, y no desde un ‘ocuparse’ -que se basa en los matices, y en conocer a los niños y adolescentes que TENEMOS, no a los que QUERRÍAMOS TENER-.

2.- Tenemos un grave problema a la hora de mencionar la evidencia científica que hasta ahora ha investigado ese impacto. A) cada cual se queda con la evidencia que le interese según su opinión preconcebida, porque hasta de un mismo estudio se pueden extraer conclusiones contradictorias; B) se mencionan estudios sin diferenciar si tienen nX o nX+100000, 3) a pocas personas parece interesarnos la importancia de mejorar la metodología de esa investigación -de verdad, cuando además del titular buscas información sobre cuestionarios y análisis de datos, te llevas enormes sorpresas que NO se corresponden siempre con un único mensaje, desde luego no el apocalíptico-.

3.- Aludimos siempre (culpamos, en algunos casos) de todos los males a las plataformas más fáciles de atacar. Así, Meta o TikTok se convierten en el target, cuando en realidad hacen mucho más (por poco que sea) por hacer mejor las cosas -curación de contenidos, alternativas de denuncia, campañas de concienciación…- que otras plataformas que también utilizan (mucho) los menores. En el juego de los contenidos, el marketing, el clickbait, los patrones, los datos, la persuasión… entramos todos los que utilizamos la Red para contarnos o vender. TODOS. No solo las BigTech.

4.- Como siempre dice Borja Adsuara (y dijo ayer), ‘menores’ alude a muchas edades: no podemos hablar de todo y todos como si fuera lo mismo. Como siempre dice Ofelia Tejerina (y dijo ayer), la seguridad absoluta no existe: ni offline ni online, ni la física ni la jurídica ni la emocional. Como siempre dice Laura Cuesta Cano (y dijo ayer), la ciencia no nos habla de una relación causa-efecto entre la tecnología digital y todos los males de nuestros niños y adolescentes: hay relación, asociación, pero no causa-efecto.

5.- Me gustó mucho que Borja Sémper cerrara la jornada hablando de tecnología, sí, pero también del tipo de sociedad que queremos dejar a nuestros hijos. Es un poco el eco de mi ‘no es la tecla, es la persona’. Porque si hay odio, confrontación, crimen, provocación, exhibicionismo, violencia, distorsión, postureo, falsedad, recetas simplistas, éxito fácil, intereses creados…. en el mundo digital, es fundamentalmente porque los usuarios (LOS USUARIOS) llenamos la red de esos contenidos sabiendo que, a cambio, recibiremos notoriedad otorgada por otros usuarios. El mundo digital es una prolongación del que muchos consideran todavía ‘mundo real’.

¿Como puede la clase política abordar la protección de los menores en Internet?

La clase política puede utilizar este tema de la protección de los menores en Internet como arma arrojadiza, para ganar votos, para hacer promesas.

  • «Si los menores están corriendo peligro online, será porque quienes gobiernan no hacen nada para pararlo. Vótenme», por ejemplo.
  • O «nuestra sociedad se queda sin (nuestros) valores, vótenme para cambiar las cosas».
  • «El mayor problema de la juventud son las adicciones tecnológicas (esto no tiene una base científica de momento) y nosotros lo vamos a arreglar».
  • O «con nosotros al mando sus hijos estarán seguros en Internet».

Ojalá la clase política utilice encuentros como el de ayer para construir evidencia, disposición y alianzas que realmente mejoren la sociedad.

No para mejorar Internet, sino para mejorar la sociedad.

Para mejorar la investigación del impacto, para aplicar las normativas existentes, para conciliar la innovación tecnológica con la ética y la protección de la infancia. Para dotar a los educadores de recursos, sin sesgos. Para entender que las conductas que se ven en el Congreso influyen también en los menores. Para entender que una confrontación política sin límites y llevada a las redes sociales también es mal ejemplo para las nuevas generaciones.

  • Apoyando a la academia, de forma que pueda generar investigación de calidad.
  • Promoviendo que los medios trasladen información y divulgación basadas en el rigor.
  • Haciendo accesible los recursos ya existentes: iniciativas y contenidos públicos y privados que informan y forman a los educadores.
  • Promoviendo que las tecnológicas expliquen mejor sus funcionalidades a la hora de gestionar el acceso gradual de menores a sus contenidos y la autonomía progresiva de esos menores en las decisiones digitales.
  • Persiguiendo pactos educativos que permitan que el concepto de ciudadanía digital se introduzca de forma transversal en el aula (no solo formando a los alumnos sobre cómo evitar los peligros, sino capacitándolos para que entiendan cómo funciona la tecnología, cómo funciona el mercado, cómo funciona el ser humano).
  • Dando ejemplo (digital y analógico): otro trato entre contrarios es posible.
  • Dándose cuenta de que una declaración provocadora puede hacer mucho daño.

Proteger a los menores no puede ser vulnerar su derecho de acceso al ocio, el aprendizaje o la socialización, aspectos todos ellos que, nos guste o no, tienen hoy por hoy una vertiente digital. Proteger a los menores -a los de 3 años, a los de 8, a los de 16- no es una sola cosa, una sola medida, un solo titular, una sola promesa electoral.

Besos,

M.

PD. Gracias al Grupo Popular en el Congreso por la iniciativa, a Mario Cortés Carballo por un trabajo estupendo y a todos los ponentes (Save the Children, Asociación Europea para la Transición Digital, iCMedia, Fundación ANAR, Andy Ramos, abogado en Pérez Llorca, Borja Adsuara, Ofelia Tejerina, Meta, TikTok, ADigital y Digitales) por sus aportaciones).

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