Las chicas, la tecnología y la historia de Ada Lovelace
Cada Segundo martes de octubre se celebra el Día de Ada Lovelace, una jornada internacional que conmemora los logros de las mujeres en los campos STEM (ciencia, tecnología, ingeniería y matemáticas, por sus siglas en inglés) a partir del homenaje a Lovelace, que vivió en la época victoriana, era hija de Lord Byron y es considerada por muchos como la pionera de la programación.
Esta iniciativa es importante porque las probabilidades de que una mujer pase de consumir determinados elementos tecnológicos a pensar en fabricarlos o estudiarlos en profundidad son realmente bajas. Escasas oportunidades formativas, prejuicios o estereotipos varios, contribuyen a que esta situación se mantenga. He hablado sobre el tema en mi espacio de colaboración con Womenalia, en esta entrevista y en algún post del blog como el titulado Ciencia y tecnología también son cosa de chicas: díselo a tu hija.
Mi hija utiliza a veces el ordenador que hay en mi despacho para hacer trabajos o buscar fotos o videos de cosas que le gustan. Hace tiempo, tratando de responder a su pregunta sobre cómo es posible que el ordenador haga todo tan rápido, terminamos hablando sobre qué hay dentro del ordenador, qué idioma hablan las máquinas, qué es Internet y cómo funciona Google.
No sólo no soy experta en Informática o Tecnología, sino que soy de Letras Puras. Así que fue una conversación bastante rústica por mi parte y con varios comentarios del tipo “algo así como”, “más o menos igual que” o “no lo sé bien, pero creo…”. Y entonces ella dijo: “claro, es que esto de las máquinas es cosa de chicos, ¿no? Ellos, como papá, entienden más de todo lo de la tecnología”.
Y no. Pensé: “no”.
Así que me puse manos a la obra. Y en estos momentos su “cuento” favorito de entre todos los que me invento es el que narra la historia de Ada Lovelace. Lo comparto con vosotros, por si en algún momento lo queréis contar en casa…
La historia de Ada
Había una vez una familia muy elegante y conocida, que vivía en Londres y que en un frío mes de diciembre dio la bienvenida a una niña a la que pusieron por nombre Augusta Ada, aunque todos la llamaban Ada. Su padre era un poeta muy conocido aunque un poco distraído y su madre era una baronesa de nombre Annabella.
Ada empezó desde pequeña a estudiar los números y las matemáticas y también a hacer poemas. Quería ser científica y poetisa. Fue creciendo y se convirtió en toda una señorita, que asistía a los bailes que se organizaban en la Corte de la Reina Victoria. Algunos decían que era dulce y otros decían que era rara. Con 20 años se casó con un barón, que es algo así como un duque, y tuvo tres hijos, dos chicos y una chica.
Ada viajaba mucho por Inglaterra y un día, como sabía idiomas, le pidieron que tradujera una historia que una especie de inventor italiano había escrito sobre una máquina, y Ada lo hizo. Mientras traducía, Ada añadía sus propias notas e ideas sobre esa máquina. Ada creía que ese tipo de máquinas podía hacer más cosas que calcular. Se hizo amiga del inventor de esa máquina, Charles, y se convirtió en su ayudante.
Los grandes científicos de la época no hicieron mucho caso de las ideas de Ada, pero ella seguía pensando que esas ideas no eran locuras. Así que escribía notas y más notas con sus ideas de lo que las máquinas podían hacer. Algunas se publicaron para que otros las leyeran, pero como por aquel entonces no estaba bien visto que una mujer escribiera sobre máquinas o matemáticas, firmó con sus iniciales.
Mientras Charles creía que su máquina sólo podía calcular operaciones, Ada creía que se podían intentar más cosas. Ella creía que si se preparaban unas tarjetas y se metían en las máquinas, si esas tarjetas tenían un idioma que la máquina entendiera, entonces la máquina podría hacer lo que tú le pidieras. De todas formas, su código, su idioma, nunca se pudo probar porque la máquina que podría haber funcionado así nunca llegó a ser construida.
Ada murió joven, a los 36 años, por una enfermedad. Y nadie pensó que fuera importante. Pero en 1953, más de cien años después de su muerte, las notas de Ada sobre la máquina de Charles fueron publicadas ya con su nombre. Los que sabían de máquinas empezaron a decir que Ada había sido algo así como un genio, porque había creído poder conseguir que las máquinas hicieran lo que ella quisiera. Ahora, la máquina de Charles se considera uno de los primeros ordenadores y las notas de Ada son como el primer ejemplo del idioma que hablan los ordenadores. Lo que Ada ponía en sus notas, con sus ideas, se considera el primer programa de ordenador, la primera vez que alguien intentaba inventar un idioma que las personas y las máquinas pudiéramos compartir.
Lo que Ada escribió fue una cosa que se llama algoritmo, que es un conjunto de órdenes bien explicadas y ordenadas, que hacen posible que se haga algo, paso a paso, sin dudas, hasta llegar a solucionar un problema. Como hacerle una lista escrita a una amiga para que sepa, paso a paso, cómo llegar de su casa a la tuya, sin perderse, mirando antes de cruzar, siguiendo el mapa y sacando el paraguas si está lloviendo. Esos algoritmos, que hoy lo que son es lenguajes muy grandes, son lo que puede entender una máquina para luego hacer cosas. Gracias a estos idiomas, cuando tú das a «Edición-Copiar», copias una foto y cuando das a «Edición-Pegar», pegas esa foto. Cuando das a «Archivo-Guardar», lo que estás haciendo se guarda donde tú quieras que se guarde. Y cuando entras en Google y buscas “fotos de Meghan Trainor”, te salen fotos de Meghan Trainor.
Cuando mamá era pequeña y unos científicos americanos estaban inventando un idioma de ordenador que tenía que ser súper seguro para que ningún malo lo descubriera, llamaron a ese idioma ‘Ada’. Y hoy, en Inglaterra, a las chicas que estudian Informática y participan en un concurso muy conocido, les dan una medalla ‘Lovelace’, el apellido de Ada. Y cuando tú tenías 5 años, Google le dedicó su página, con un dibujo de Ada y sus máquinas, así que todos los millones de personas que cada día buscan cosas en Google pudieron ver ese dibujo. Además, en el mes de octubre se celebra el día de Ada Lovelace y sirve para recordar a todas las chicas que, si quieren, pueden ser científicas, matemáticas e inventoras de tecnología. Porque las máquinas no son sólo cosas de chicos.
FIN
Varias cosas importantes:
- Chicas STEM: si queréis saber más sobre el relevante (y potencial) papel de la mujer en la tecnología, os animo a seguir a Girls in Tech, entidad sin ánimo de lucro dedicada a informar, educar, atraer y representar a todas las que están interesadas por la tecnología, o a Girls who Code. También tenéis a las mujeres increíbles de la iniciativa 11 de febrero y a la Asociación Mujer y Tecnología (WomenTeck), con iniciativas muy interesantes. Además, España cuenta con una asociación no gubernamental específica que reúne a investigadoras y tecnólogas de distintas disciplinas (Asociación de Mujeres Investigadoras y Tecnólogas – AMIT). Finalmente, en la web Finding Ava está toda la información sobre iniciativas como la que se celebra hoy.
- Libros: para inventar este cuento he recurrido al libro para niños Who was Ada Lovelace de Lucy Lethbridge, al comic The Thrilling Adventures of Lovelace and Babbage de Sydney Padua y a los libros El algoritmo de Ada de James Essinger y Los Innovadores de Walter Isaacson.
- Artículos: Las mujeres que inventan la tecnología que usas (El Confidencial), Por qué las mujeres deben apoderarse de la tecnología (El País), Mujeres: de consumir a producir tecnología (El País).
- Videos: en plataformas como Netflix puedes encontrar el documental CodeGirl, que precisamente ahonda en esta causa global por ‘empoderar’ a las chicas para que elijan crear tecnología y conocimiento científico.
Besos,
M.
PD1. Qué mejor homenaje a Ada que cerrar el post con una imagen de su diagrama, tal y como aparece en Wikipedia.
PD2. La ilustración del post es mi versión de ésta de Women in Computing.
PD3. El agente de censura del cuento (yo) ha omitido toda alusión a la alocada vida de Lord Byron y a los escándalos amorosos protagonizados por Ada 😉
PD4. Sí, hacen falta más vocaciones STEM. Pero las Humanidades siguen siendo fundamentales. Porque no es la tecla, es la persona.