María, 17 de septiembre, 2021

Adolescentes, Instagram y salud mental: ¿el Apocalipsis?

Ahora que ya han pasado varios días desde el inicio de la última polémica, me gustaría tocar el tema de los Facebook Files o FacebookLeaks y de todo lo que ha sucedido después. En concreto, lo que tiene que ver con que la compañía oculta y minimiza a propósito su conocimiento sobre cómo su red social Instagram puede resultar nociva y tóxica en términos de salud mental, especialmente para chicas adolescentes.

Spoiler: lo que cuento no cabe en un titular ni en un tuit. Lleva un rato leerlo. Lo siento.

Contexto:

Hace unos días, el diario Wall Street Journal publicaba una amplia exclusiva revelando los archivos Facebook (Facebook Files). La investigación recorre una serie de temas ‘oscuros’ en los que la compañía no es clara, transparente o incluso ética en el diseño, la gestión o los cambios de sus plataformas. «Facebook Inc. sabe, en detalle, que sus plataformas están repletas de defectos que provocan daño, a menudo de maneras que incluso la compañía no entiende en su totalidad«, afirma la investigación. Se habla de influencia sobre percepción política, sobre decidir ignorar el creciente clima de odio, de no responder con contundencia a situaciones graves, de no aplicar modificaciones para mejorar las plataformas y hacerlas menos conflictivas. Todo eso, aunque ha salido en las noticias, no ha podido batir al tema estrella. Chicas adolescentes, Instagram.

La exclusiva del WSJ revela que Facebook sabe que Instagram es dañino para un porcentaje considerable de usuarios, especialmente chicas adolescentes: una de cada tres. Son conscientes de que «agravan los problemas de salud mental de una de cada tres mujeres adolescentes«. La respuesta de la compañía -ninguna en cuanto a aplicar cambios en Instagram- se respalda en afirmar que «esos efectos no son absolutos, que la salud mental comprende numerosos factores y que algunos de esos aspectos perjudiciales no son fáciles de solventar«. La investigación del WSJ sostiene parte de esa afirmación: no todas las usuarias adolescentes se ven perjudicadas por la red y, para la mayoría de las que sí experimentan malestar, los efectos son manejables y superados por aspectos positivos de su presencia en Instagram.

El artículo del WSJ sobre el tema Instagram incluye un podcast que entrevista a una adolescente: cuando tenía 13 años se creó una cuenta, empezó a seguir a sus amigas y también a influencers de fitness -todos ellos morenos, tonificados, delgados y sonrientes-. Al cabo del tiempo, notó que la presión de ver la perfección de esos influencers la hacía sentirse mal consigo misma, derivando finalmente en un trastorno alimentario.

Los Facebook Files y la publicación hace unos meses -también en el WSJ- del artículo de opinión Ésta es nuestra oportunidad para sacar a los adolescentes de la trampa de los smartphones han desatado el Apocalipsis. El artículo es de hace un par de meses e incluye varios gráficos sobre cómo aumentan los suicidios, la depresión y la sensación de soledad entre los adolescentes. Los autores del artículo -y muchos otros en la comunidad científica, aunque otros no y otros tampoco– consideran que smartphones y redes juegan un papel fundamental en esta problemática. El artículo incluye un enlace a la revisión abierta de literatura científica sobre el tema (Haidt, J., & Twenge, J. (2021). Social media use and mental health: A review. Unpublished manuscript, New York University), que recorre todas las versiones y visiones sobre la relación entre redes sociales, pantallas y salud mental.

Para leer los titulares del WSJ sobre el efecto tóxico de Instagram no hay que pagar. Para acceder a una información más completa y al estado de la investigación sí hay que pagar.

El asunto se ha hecho hot topicTwitter, Facebook, Instagram, los telediarios, los medios online y los chats se han llenado de alertas. La conclusión de la mayoría de ellos se podría traducir en: INSTAGRAM ES NOCIVO PARA TODAS LAS CHICAS ADOLESCENTES, DESTRUYE SU AUTO-ESTIMA. Punto. Final.

  • No influye nada que una chica esté bien o mal, tenga más o menos amigos, esté deprimida o contenta, mire Instagram 1 hora o 17.
  • No influye que la chica tenga 11, 14 ó 17 años.
  • No influye que la familia de esa chica sea estable o disfuncional.
  • No influye que la familia de esa chica hable sobre salud mental o no.
  • No influye que la sociedad, fuera de Instagram, postule en series, publicidad o programas de TV la importancia del físico.

Pero volvamos a la frase «Facebook es consciente de que Instagram agrava los problemas de salud mental de una de cada tres mujeres adolescentes».

La comunidad científica lleva años analizando el potencial impacto de las redes sociales sobre la salud mental de sus usuarios, especialmente de pre-adolescentes y adolescentes. Hace ya cuatro años hablé del tema por aquí. Hay opiniones para todos los gustos, y todas esas opiniones están fundamentadas en estudios sociológicos firmados por investigadores serios. Gran parte de la discusión tiene que ver con el huevo y la gallina: Instagram agrava los problemas de salud mental de las adolescentes significa que, si hay problemas, es probable que se agraven. No significa que, si no hay problemas, aparecen los problemas por arte de magia en todos los casos.

Yo no le voy a decir a nadie lo que tiene que pensar. Para eso ya se han llenado las redes estos días de expertos que alertan sobre lo que parece ser el peligro absoluto de que cualquier chica adolescente que pise Instagram va a terminar sin autoestima. Qué fácilmente nos subimos todos al carro viral.

El vínculo entre adolescentes, redes sociales y depresión no es causal. Es relacional. Eso significa que las redes se asocian a un daño, no necesariamente que lo provocan.

La chica importa. Si tienes una adolescente en casa que está en Instagram, ella y tú y lo que hagáis importa.

Los científicos y sociólogos que saben del tema, incluso los que alertan de los riesgos de las redes, dicen esto (Haidt y Twenge incluidos):

  • Debemos ser conscientes del peligro de establecer un pánico moral en torno a las redes. Este enfoque funciona en los medios, pero es a la ciencia a quien hay que dar credibilidad.
  • Los estudios no deben leerse como un cálculo exacto, otorgando ‘la victoria’ al lado que acumule más estudios. Es más sencillo publicar resultados estadísticamente significativos que indiquen el efecto de las pantallas o las redes sociales que publicar un estudio en el que no se haya podido demostrar ese efecto.
  • El contexto importa más que el tiempo. Lo que hagan los menores con sus dispositivos, cómo lo hagan, cómo estén ellos física y psicológicamente es más importante que los minutos que pasen haciéndolo.
  • No se puede encontrar una respuesta única sobre si Instagram daña a las adolescentes, cuánto las daña o en qué sentido, cómo de grave es ese daño o qué determina que ese daño se produzca, no sea detectado a tiempo, gestionado por la protagonista o un adulto responsable.

Obviamente, en redes en general, en Instagram en concreto, hay basura. Para chicas y para todos. Hay peligro. Real. Hay falsa perfección, contenidos que inducen a la auto-lesión, a potenciales trastornos alimenticios, a obsesiones y adicciones, a contactos perjudiciales. Las redes sociales no se diseñaron para niños. Tu hija de 11 no pinta nada en Instagram. Si la de 13 está, no la puedes dejar sola. Si la de 16 está, no la puedes dejar sola. Si la de 21 está, la tienes que acompañar. No en Instagram, sino en la vida. Quién es, cómo está, qué necesita de ti.

Obviamente, que Facebook sepa todo esto y lo esconda, lo niegue, lo minimice o lo deje sin abordar es asqueroso. 

Igual de asqueroso que ver cómo miles de personas y medios caen en el clickbait, comparten un mensaje de ‘todas las chicas están en peligro’, desatan el pánico en lugar de divulgar una información real y útil, y colocan una etiqueta global sobre todas las adolescentes del planeta. Están en Instagram, luego están en peligro, luego no disponen de ninguna herramienta para gestionar presión-frustración-inseguridad. Erradiquemos el peligro.

Si prohibimos Instagram o pedimos a Facebook que lo llene de cosas inocuas, nuestras chicas estarán seguras.

Y nosotros viviremos tranquilos.

Besos,

M.


Es una irresponsabilidad dar todo el poder a Instagram, afirmando que destruye a las chicas y exigiendo que no lo haga. Yo prefiero dar parte de ese poder a las chicas, empezando por mi propia hija. 

2 respuestas a “Adolescentes, Instagram y salud mental: ¿el Apocalipsis?”

  1. Eva Bello dice:

    Maria, no puedo estar más de acuerdo. Estamos en un momento de terrorismo mediático en muchos ámbitos, así que las redes sociales no iban a ser menos. Se toman como verdades absolutas titulares sensacionalistas, y todos nos subimos al carro, porque nos va bien pensar qué si prohibimos ya está solucionado el problema. Y nada más lejos de la realidad. Muchas gracias por tus sabias palabras y espero que hagan reflexionar a muchos.

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