Adolescentes y tecnología: una visión en positivo
Son muchos los que afirman casi a diario que las nuevas generaciones se están echando a perder, por falta de empatía y comunicación, por demasiado tiempo ante pantallas, por redes y máquinas que lo despersonalizan todo -incluso a ellos/ellas-.
Pero esos mismos adolescentes nos demuestran (si queremos mirar) que cuando quieren -y quieren más de lo que pensamos- tienen ideas, ganas y herramientas para cambiar el mundo.
Ayer, en Estados Unidos, los estudiantes salieron a la calle con #nationalwalkoutday a reclamar otra forma de regular armas en su país. Desde hace un mes, gritan #neveragain en las redes sociales y usan sus móviles para reclamar su voz, proclamar su fuerza, unir a las masas, organizarse, sumar apoyos y planificar March For Our Lives el próximo 24 de marzo. Recurren en parte a la tecnología para llamar la atención sobre sus reivindicaciones y para crear un mensaje común.
Los adolescentes no están viviendo nuestro pasado. Están viviendo su presente. Con sus móviles y con otras muchas compañías. No son insolidarios y punto. Ni pasivos y punto. Ni egoístas y punto. Ni adictos a las pantallas y punto. Ni han perdido toda capacidad de comunicación, empatía, curiosidad o respeto y punto. Son muchas más cosas. Y en algunas de esas cosas, la tecnología (redes, apps, videos, momentos virales, webs…) les ayuda a entender el mundo, participar del mundo, aprender con el mundo, cambiar el mundo.
Habrá que esperar un tiempo para entender la dimensión del impacto negativo de algunas facetas de la vida digital de las nuevas generaciones, porque está claro que hay situaciones en las que un uso excesivo de la tecnología tiene consecuencias perjudiciales. Pero, ¿por qué nos cuesta tanto fijarnos en el impacto positivo de la tecnología y la conexión sobre la vida de niños y jóvenes? ¿Por qué nos cuesta destacar casos en los que iKids de todo el mundo aprovechan el mundo digital para hacer cosas extraordinarias? Está pasando y sin embargo los titulares prefieren siempre destacar lo peor.
La evidencia científica en relación con el tándem niños-tecnología suele ser ‘negativa’ porque el punto de partida de las investigaciones suele basarse en un objetivo metodológico que analice el riesgo o el daño potencial, no tanto los beneficios… Hay estudios sobre todo tipo de conceptos en cuanto al efecto perjudicial de las pantallas o la vida conectada de los adolescentes, y se observan conductas ‘no saludables’ en muchos de ellos. Con todo, hay también estudios que incorporan otras conclusiones, como que ‘los jóvenes están bien, mejor incluso que antes de la era digital», y que existen parámetros que no ligan -quizá sí en lo relacional pero no tanto en lo causal- la conectividad digital con una peor trayectoria de la salud de los adolescentes («Adolescents in the Digital Age: Effects on Health and Development”. Dan Homer, Michael Rich et al. Annenberg Pubic Policy Center, Universidad de Pensylvania).
Ojo, no digo que todo sea bueno o que no haya problemas o que no deba existir preocupación. Digo que los adolescentes también leen y escuchan todas las noticias negativas y quizá podamos completar el mensaje que reciben si ponemos en valor su capacidad para hacer las cosas bien.
Porque parece que solo hay ciber acoso, sexting, ‘adicción’ y chic@s encerrados con un videojuego. Parece que solo hay clichés como el de la foto de los ‘niños de Rembrandt’, que en 2014 se hizo viral y despertó el Apocalipsis.
Pero también hay iKids que utilizan la tecnología para hacer cine, dibujar, escribir, crear cómics, compartir pasiones y dar a conocer sus ideas.
Los adolescentes usan la tecnología para jugar, entretenerse, hacerse selfies, experimentar, relacionarse. A veces corren riegos y a veces se equivocan. Pero a veces también crean, inventan, comparten y aportan, en positivo. A veces, sobre todo si se les anima, hacen mucho, mucho más.
- Como Trisha Prabhu (17), que antes de los 15 patentó su idea ReThink para aportar su grano de arena contra el acoso.
- Como Olivia (10), que utiliza Internet y las redes sociales -junto a su madre- para compartir su pasión por la lectura, los tiburones y el ballet.
- Como Malala (20), que desde hace años aprovecha el poder de la Red para reivindicar el acceso de las niñas a la educación.
- Como Easton LaChapelle, que antes de cumplir 17 ya era capaz de desarrollar prótesis robóticas.
- Como Mary Grace Henry, que a los 12 decidió que algo podía hacer para ayudar a los demás y hoy utiliza Internet para seguir contribuyendo a financiar la educación de niños a los que ni siquiera conoce.
- Como las chicas de Brasil, Nigeria, Estados Unidos, India, Moldavia o México cuyas historias sobre uso de la tecnología para inventar aplicaciones que solucionen problemas reales se narran en el documental Code Girl.
- Como los adolescentes extraordinarios cuyas historias comparte Nuria Pérez Paredes en este video, que gracias a que existe Internet pueden compartir su visión.
- Como los alumnos de este colegio, que tienen su propio canal de YouTube para hacer críticas literarias.
Ser adolescente no debe ser fácil hoy en día. Porque a los retos de la edad se suma el escrutinio constante, por parte de los adultos, sobre lo bien o mal que hacen todo.
Para terminar con el desahogo de hoy, echa un vistazo (con los adolescentes de tu casa) a este video de Ashton Kutcher en la edición 2013 de los Teen Choice Wards.
El actor, al que probablemente tus hijos adolescentes conocen, explica cómo Ashton es su segundo nombre, pero que como Chris (su nombre de pila) aprendió muchas cosas antes de hacerse famoso y elegir identidad artística. Y habla de oportunidades, de ser sexy y de vivir la vida.
Un mensaje en el que no habla de redes sociales pero que sí nos llega gracias a que existe Internet y que es, bajo mi punto de vista, fantástico. Lo compartió, precisamente, con una audiencia plagada de adolescentes, que seguramente lo grabaron con sus móviles.
Besos,
M.