María, 10 de mayo, 2020

Coronavirus y pandemia digital: desmitificando el tiempo de pantalla

El viaje que el SARS-Cov-II está haciendo por el planeta lo ha cambiado todo, al menos de momento. Ha cambiado la forma de relacionarnos, de trabajar, de «ir al colegio», de estar en casa, de comprar, de pasar el rato, de hacer deporte. Si analizamos el confinamiento desde el punto de vista del debate sobre «tiempo de pantalla» -lo bueno o malo que es-, no cabe duda: coronavirus 1, debate 0. Ganan las pantallas.

Todos o casi todos hemos recurrido más que nunca a la tecnología en estas semanas. Los iKids también.

Conforme se inicia la desescalada, o la vuelta a la «normalidad», no hay duda de que lo más probable es que regresemos también a nuestras costumbres habituales en términos de uso de la tecnología o tiempo de pantalla. PERO si no aprovechamos este impass que la pandemia ha representado, si no utilizamos lo que hemos vivido o seguimos viviendo para analizar nuestra propia vida digital y la de nuestros hijos, habremos perdido una oportunidad única para REALMENTE educar(nos) en un uso equilibrado e informado de la tecnología.

NO ES CUESTIÓN DE TIEMPO.

Puede que en estas semanas todos hayamos recurrido a las pantallas porque los iKids no podían salir a la calle, o porque teníamos que tele-trabajar y no podíamos jugar a todas horas con los iKids.

Todos hemos usado más tecnología para hablar con seres queridos, para entretenernos, para informarnos.

El trasvase de la vida escolar al entorno online nos ha obligado a abrir las puertas a más pantallas en la vida de los iKids.

Ha sido toda una escalada de tiempo. Así que en teoría ahora tocaría empezar a desescalar. Situación excepcional, tiempo de pantalla excepcional, ahora toca cortar por lo sano y volver… a lo sano.

PERO
  • ¿Has tenido la oportunidad de conocer mejor estos días qué uso dan tus iKids a la tecnología? ¿Qué les gusta? ¿Qué se les da bien?
  • Con los más pequeños, ¿has hecho diferencias entre, por ejemplo, ver videos y hacer manualidades o recetas copiadas de Internet? ¿O todo el tiempo de pantalla era igual?
  • ¿Has aprovechado esa tecnología -de cualquier tipo- para compartir tiempo en familia, más allá de una serie o una película?
  • ¿Alguien de casa ha aprendido algo nuevo o descubierto una nueva afición gracias precisamente a Internet?
  • ¿Te han permitido las clases virtuales conocer qué plataformas o apps utilizan tus adolescentes para aprender o cómo interactúan con sus profesores o cómo se responsabilizan de sus tareas?
  • ¿Has tenido tiempo para hablar con ellos sobre series de moda, canciones de moda, TikTok e Instagram, YouTube o Twitch, gamers y Fortnite, Minecraft o HouseParty?

¿O HAS SEGUIDO CONCENTRADO DE FORMA EXCLUSIVA EN EL TIEMPO QUE PASABAN TUS IKIDS DELANTE DE LA PANTALLA? 

El «tiempo de pantalla» es algo individual y acorde a una situación determinada. Individual porque es una persona la que toma decisiones sobre lo que hace -incluso los niños- y acorde a una situación porque son muchos los factores que determinan nuestros usos digitales (confinamiento, por ejemplo, pero también vida social, estado de salud y de ánimo, carácter, edad, hábitos, influencia de terceros, conocimiento, aficiones…), dependiendo de nuestras circunstancias y del momento en el que estemos. Es el genoma digital del que empieza a hablarse cada vez más.

Si hemos abierto en estos días la veda a las pantallas y ahora queremos cerrar la puerta, estamos considerando a nuestros hijos una masa abstracta en la que el tiempo de pantalla está aislado del resto de sus vidas, viendo el tiempo de pantalla solo como un daño en potencia.

Las pantallas, desde antes y especialmente ahora, son un elemento habitual en la vida familiar y un factor de bienestar (o malestar) para infancia y adolescencia. Pero no son el único factor. De hecho, son generalmente la parte más pequeña de la explicación de los problemas que tienen los iKids -socialización, descanso, salud, obesidad, peligros, desigualdades, vulnerabilidades-. Y está claro que los padres necesitamos orientación e información para poder proveer a nuestros hijos de lo que necesitan (interacción social, juego, aprendizaje, actividad física, descanso suficiente, dieta equilibrada, seguridad…). Pero entonces lo importante radica en cómo conseguir unos niveles adecuados de todo eso que es bueno, no en cómo reducir el tiempo de pantalla.

Se trata de poner el foco no en el tiempo sino en el contenido y en el contexto. En el «qué hace» un iKid con la tecnología y en el «cómo o por qué» lo hace.

  • Con sus montajes de video mi hijo adolescente crea composiciones increíbles que luego comparte con amigos y que derivan en muchos momentos de risas (online) y en una mayor confianza en sí mismo. Con su videojuego en línea pasa ratos con amigos hablando no sobre el juego sino sobre cómo está viviendo la situación.
  • Con sus videos de TikTok mi hija adolescente baila, con sus tutoriales de dibujo hace tarjetas que envía por chat o mail a sus amigas; con sus series y con perfiles a los que sigue en Instagram consigue sentirse identificada con su propio mundo tras dos meses rodeada solo de su familia.
  • Con sus ratos de Minecraft, mi hijo pequeño imagina mundos propios (que también recrea con piezas de construcción en su habitación); con sus chats con amigos mantiene un vínculo social que le afianza y con muchos de los videos que ve en YouTube aprende cosas nuevas sobre animales, personajes famosos o la historia del Titanic 😉
  • Los tres, con su conexión virtual a clase, se sienten cerca de sus compañeros, aprenden al mejor ritmo que pueden y me demuestran que son todo lo responsables que puedo esperar de sus edades.

Su tiempo de pantalla no depende solo de un control parental, de un horario, de una única percepción de salud, de una pandemia o una desescalada. 

De hecho, que optemos por ese control del tiempo de pantalla de los iKids es una situación a la que nos hemos visto abocados con la mejor intención pero siempre con sensación de culpa y como reacción basada en el miedo. Un paradigma de control, centrado en el adulto y no en el niño, en contraposición a una lógica dirigida a pensar en qué es lo mejor para ellos. Tememos al tiempo de pantalla porque es «malo para los niños». Pero restringir no es siempre la solución.

Prohibir no es garantía de que los iKids vayan a estar más sanos (física o emocionalmente), ni de que nadie les vaya a hacer daño ni de que vayan a ser felices por siempre jamás. Riesgo y resiliencia van de la mano, así que si eliminamos todos los riesgos (incluidos los online) no estaremos ayudando a que desarrollen herramientas para gestionarlos. Así que:

  • Si crees que haber incrementado el tiempo de pantalla de tus iKids durante el confinamiento es en sí mismo un peligro, no es del todo verdad.
  • Si crees que al desescalar el tiempo de pantalla cuando acabe el confinamiento estarás tomando la única decisión positiva para tus Kids, no es del todo verdad.
  • Si crees que da igual el tiempo de pantalla, que los iKids saben lo que hacen, que no hay peligro, que en tu casa lo que debe haber es barra libre de wifi… no es del todo verdad.
  • Si crees que favorecer solo el juego libre offline, el aburrimiento o mirar por la ventana para evitar las pantallas es la mejor educación, no es del todo verdad.
  • Si crees que dejar que hagan lo que quieran en Internet es la única y mejor opción o que prohibir la presencia de tecnología en sus vidas es la única y mejor opción… no es del todo verdad.

En la relación de tus hijos con las pantallas, lo que más cuenta es tu iKid y tú. No la pantalla en sí misma, sino el vínculo analógico y también digital que establezcáis como familia.

Eso sí, cómo salgamos todos de este momento ultra-digital por pandemia, es una gran incógnita. Te lo cuento, a partir de cómo lo explica la experta Sonia Livingstone de la London School of Economics (LSE), en este post titulado El «new normal» que marca la tecnología a las familias en tiempos de Covid-19: digital por defecto.

Besos,

M.

Fuentes:

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