María, 6 de junio, 2023

Dos medias verdades sobre tus hijos y la tecnología

Sobre cómo la verdad completa nunca es tan viral como la media verdad.

En las últimas semanas han aparecido varias noticias relacionadas con el impacto de la tecnología en niños y adolescentes, sobre medidas dirigidas a mitigar ese impacto, sobre consecuencias del ‘mal uso’ de entornos digitales por parte de padres y madres. Esas noticias, con frecuencia, derivan de decisiones políticas o de estudios y análisis que persiguen asentar lo que comúnmente se llama ‘evidencia’. Son noticias que, en ocasiones, nos ofrecen una solución rápida y sencilla a algo que nos preocupa. Si al rigor que presuponemos a la información añadimos los sesgos -la noticia dice lo que queremos escuchar-, la consecuencia es que ‘compramos’ el mensaje con enorme facilidad.

El problema aparece cuando la noticia cuenta medias verdades -con la intención que sea-. Cuando se ignoran determinados matices relevantes que, si se incluyeran, ampliarían el marco de visión.

Nos suele preocupar mucho que nuestros iKids no aprendan a interpretar lo que ven o viven con objetividad o pensamiento crítico. Nos preocupa mucho menos que, con frecuencia, somos nosotros los que no aplicamos ese pensamiento crítico a la información que nos llega.

Nos suele preocupar mucho lo de las ‘fake news’ porque pensamos que se refiere a ‘noticias falsas’. Pero en realidad, el mayor de los problemas es que muchas informaciones, sin ser falsas, sí inducen a error o a engaño, porque son incompletas y, a veces incluso, interesadas (respaldando intereses subjetivos de alguien).

Yo no quiero decirte lo que tienes que pensar sobre tus hijos y la tecnología. ¿Quieres eliminar las pantallas de sus vidas? Perfecto. ¿Quieres que haya pantallas en sus vidas? Estupendo. Pero sí me gustaría decirte que una media verdad no es mentir, pero tampoco es decir la verdad. Si permitimos o eliminamos pantallas estaremos abordando el tema de las pantallas, pero no muchos otros.

Como ejemplo, hoy quiero hacer un rápido repaso a dos de esos temas que han ocupado páginas de información últimamente en relación con un tema complejo -y tremendamente susceptible al sensacionalismo-: padres, madres, niños, adolescentes, tecnología y vida digital.


Tema: Imágenes de menores en Internet, el peligro del sharenting

Enfoque de la información que nos ha llegado: el 72% del material incautado a pedófilos y agresores en operaciones policiales corresponde a imágenes cotidianas de menores que sus propios padres o madres suben a Internet, y que después los criminales utilizan de manera perversa. Ecografías, fotos de fiestas o cumpleaños, momentos de ocio en casa…. «Un estudio de la Universitat Oberta de Catalunya deja un aviso muy importante a los padres para que no cuelguen imágenes de sus hijos menores de edad en las redes sociales. El estudio lo deja claro: no hay que compartir en redes sociales fotografías, vídeos u otra información». El sharenting (cuando somos los progenitores los que publicamos contenidos sobre nuestros hijos en la Red) es cómplice de la pornografía infantil. «Los investigadores lamentan que no se respete su intimidad ni su identidad digital futura y alertan de varios peligros, entre ellos, que esas fotos y videos inocentes se conviertan en material de explotación infantil”. Aquí tienes la noticia en la web de Cadena SER y aquí puedes leer el estudio de la UOC.

La media verdad (intención del mensaje): la sobreexposición de la imagen de los iKids por parte de sus padres está alimentando la pornografía infantil.

La otra media verdad (complemento a la información): a partir de la explicación que Eduardo Casas Herrer, policía y divulgador, que lleva 20 años persiguiendo delitos como los descritos en la investigación, y que ha dirigido operaciones con resultados de unas 400 detenciones anuales, “nada de lo que he visto (en su experiencia profesional) se parece a estos números (los de la investigación). En primer lugar, (el estudio) no habla de todos los detenidos por pornografía infantil (PI), sino de aquellos que abusan y descargan pornografía infantil. La muestra es de DIECIOCHO PERSONAS, (…), ridículamente pequeña para ser representativa. Se menciona un estudio (Perfil del detenido por delitos relativos a la pornografía infantil, de Enrique J. Carbonell Vayá y Virginia Soldino Garmendia, Inst. Univ. de Investigación en Ccs. Penales, Univ. Valencia, 2019) para concluir que el 72% del material incautado a agresores duales penados (es decir, pedófilos que además abusan físicamente) era de imágenes del tipo 0 en la escala de Clasificación de Imágenes de Explotación Sexual Infantil (CIESI). Ese nivel O corresponde a imágenes no eróticas ni sexualizadas de niños total o parcialmente desnudos, provenientes de fuentes comerciales, álbumes familiares o fuentes legítimas. Es decir, fotos no sexualizadas, normales, cotidianas. Pero lo que dice realmente ese estudio, d es que se les han encontrado imágenes no sexualizadas de niños, no que busquen esas imágenes. Si pensamos un poco, alguien que tiene acceso a niños es lógico que tenga fotos de esos niños, muchas más que alguien que no tenga niños en su entorno cercano. Y, como sabe cualquiera que tiene niños cercanos, tendemos a hacerles muchas fotos, que no quiere decir que se hagan con mal propósito. Un consumidor, por tanto, de porno infantil, no desea esas imágenes porque, salvo en un pequeñísimo grupo, no despiertan su libido«.

Otra explicación de cómo la información y el estudio no han hecho su mejor trabajo con el desarrollo de la explicación la da la analista Madre de Satán en Twitter: «la UOC concluye un dato que no es el que aparece en el estudio citado; lo que ese estudio dice es que el 72% de los detenidos duales (no todos) tenía material nivel 0 (legítimo) y que en un 10% de los detenidos duales no consta. De hecho, ese porcentaje a su vez parte de otro estudio (Pascual et al), que no dice en ningún momento que sea 72% de material nivel 0, al contrario, en la muestra con la que trabajan (Seto & Eke, 2015) es de un 13%. ¿Donde está el lío? En que el dato del informe (72%) es solamente para detenidos duales, con una muestra N=18. Es decir, cruzando los tres estudios (Soldino, Pascual y Seto) se analizó una muestra de 4.118 imagenes, se cruzó con los 457 detenidos, y analizados 18 de ellos se encontró también material inocuo en un 72% de los 18 casos. Pues según Seto & Eke (2017) el origen está en que esas personas, en su mayoría, tenían menores alrededor (familia, etc.) y también les hacían fotografías, pero que esas imágenes no tenían normalmente un fin pornográfico o de material de explotación sexual infantil (MESI)».

Conclusión: El problema de la pornografía infantil y su asociación al mundo digital existe y es muy grave. Así que lo prudente es no divulgar imágenes de menores en redes sociales, del tipo que sean. Es mejor velar por la privacidad e intimidad de nuestros hijos que sobre-exponerlos, especialmente si no hay ninguna razón para hacerlo o si la única razón es recibir likes (o peor aún, vender algo). Pero de ahí a afirmar que los pederastas se nutren principalmente de imágenes inofensivas compartidas en redes por los padres de las criaturas, y de que por tanto hay un riesgo gravísimo (+70%) de que la foto de tu iKid termine en manos de un pederasta, hay un abismo. Si se quiere divulgar para que el sharenting disminuya, para que las familias entiendan el valor de la privacidad de los menores o para que no se sobre-exponga la privacidad en redes, mejor recurrir a la verdad que a la alarma basada en medias verdades.


Tema: Las escuelas suecas dan marcha atrás en el uso de pantallas y vuelven a los libros de texto

Enfoque de la información que nos ha llegado: Suecia, modelo habitual por su nivel educativo, ha echado el freno a su plan de digitalización de las aulas, que debía acelerar este 2023. El país llevaba meses debatiendo y cuestionando el papel de la tecnología en las escuelas hasta que, el pasado 15 de mayo, la ministra de Educación (mejor la responsable de centros educativos) Lotta Edholm, del Gobierno conservador de Alf Kristersson, anunció que dejaba en suspenso la estrategia de digitalización de las aulas que el pasado diciembre había aprobado la Agencia Nacional de Educación. En un artículo publicado en diciembre en el diario sueco ‘Expressen’, la ministra Edholm ya apuntaba sus reticencias a los beneficios de las pantallas en las aulas. Para ella, la digitalización era ‘un experimento’ y manifestaba su malestar por la ‘actitud acrítica’ que considera la digitalización como algo positivo, sin que importe el contenido. Edholm defendía que los libros tienen ‘ventajas que ninguna tablet puede sustituir'». Aquí puedes leer una de las coberturas informativas en España de los últimos días.

La media verdad (intención del mensaje): hoy se aprende peor que antes y es por culpa de las pantallas (más distracción, menos memoria, más conflictos, tecnología invasiva, intereses comerciales de la industria tecnológica, poca evidencia que avale la contribución de la tecnología al aprendizaje…). Pero ojo, porque parece que es que resulta que ese “freno a la tecnología” no es tal. En este artículo de Xarxatic se explica muy bien el lío.

La otra media verdad (complemento a la información): aunque parece que, en realidad, los suecos no han decidido paralizar sus planes de digitalización educativa, sino que han optado por dotar de más recursos e inversión al fomento de la lectura, el tema de la implementación de la tecnología en las escuelas no deja de generar polémica. Por muy diversas razones, algunas con mucha base. Y aparte de lo puramente académico, que es lo que suele analizar la ciencia, está lo político. Tal y como explica aquí Neil Selwyn, profesor en la Facultad de Educación de la Monash University, con más de dos décadas de experiencia investigando la integración de la tecnología digital en el ámbito educativo, «los gobiernos recién elegidos a menudo están dispuestos a revertir las políticas que heredan de sus predecesores. Además, como se ha visto en las conversaciones recientes sobre las «prohibiciones» de los teléfonos móviles, existe un entusiasmo notable entre los políticos de mentalidad conservadora para impulsar la eliminación de las tecnologías digitales de la escuela. Retirar el compromiso nacional de aprovechar al máximo la educación digital es un paso claramente regresivo para un país como Suecia. Estos planes generalizados de eliminar la tecnología de las aulas no están respaldados por «evidencia» científica, por lo que se basan en una argumentación preocupante, principalmente porque rara vez hay evidencia clara e inequívoca sobre cómo las tecnologías digitales contribuyen (o no) al aprendizaje. Por un lado, es fácil encontrar multitud de estudios de pediatría, neurociencia y psicología (la mayoría de los cuales no se dedican a la investigación en el aula) que advierten de los posibles perjuicios que pueden derivarse del uso excesivo de las tecnologías digitales. Estos estudios generan preocupaciones sobre el «tiempo de pantalla» de los niños y el apoyo a las llamadas para restringir y prohibir el acceso a los dispositivos. Por otro lado, hay muchos otros estudios de pedagogos, tecnólogos educativos y expertos en educación mediática que ilustran los beneficios que pueden resultar de que las escuelas apoyen a los niños para que hagan usos creativos, experimentales e innovadores de la tecnología digital. Estos estudios respaldan los llamamientos para que las escuelas se concentren en desarrollar nuevas generaciones de ciudadanos y trabajadores aptos para liderar a Suecia en la era digital». Selwyn, que ha colaborado con entidades en numerosos países -Suecia inlcuida-, concluye que “todos estos diferentes campos de investigación plantean puntos importantes. Con una planificación pedagógica sólida, las tecnologías digitales pueden sin duda conducir a formas poderosas de aprendizaje. Por otro lado, el uso excesivo de tecnologías digitales sin propósito casi siempre tiene poco o ningún beneficio».

Conclusión: los políticos tienen a buscar respuestas simples a problemas complejos, en muchos temas y también en este de la tecnología en las aulas. En las decisiones de distintos países para prohibir móviles o prohibir tecnología hay algo de evidencia y mucho de soluciones fáciles y medidas electoralistas. La investigación sobre la digitalización y las escuelas no puede reducirse a una agenda simplista de «qué funciona y por qué». Cómo se pueden utilizar mejor las tecnologías digitales en los sistemas educativos es un tema complejo que requiere nuestra atención sostenida. Poner pizarras digitales en una clase o instaurar proyectos tecnológicos con tablets u ordenadores, sin planificación o estrategia realmente pedagógica, no hará a los estudiantes más listos o poderosos. Traerá problemas. Eliminar la tecnología de cuajo tranquilizará muchas conciencias pero también reducirá oportunidades. Y traerá problemas. Somos una sociedad occidental llena de planes de competencias digitales, pero subida al carro de prohibir la tecnología en las aulas. En fin, ojalá más visiones completas como ésta de The Conversation. Además, y sin nada que ver con la tecnología, la educación en España no parece ser una cuestión de Estado. Los vaivenes que ha dado el sistema educativo desde que se reinstauró la democracia han provocado que se haya convertido en un arma arrojadiza entre derecha e izquierda. Unos choques que han impedido que se haya llegado a un gran acuerdo. Ya sea por una asignatura novedosa, por la importancia que se le da a la religión, por un cambio en la redacción de legislación, por sistemas privados o públicos, educación diferenciada o mixta y, ahora, por la presencia de la tecnología, la realidad es que un Pacto de Estado por la Educación no ha sido algo prioritario para los partidos con representación en el Congreso en los últimos años. Casi 10 normas en casi 50 años y ahora resulta que el problema de la escuela en España son los móviles. 


Dejo para otro día el análisis de un tercer tema que ilustra a la perfección las medias verdades sobre iKids y tecnología. Te dejo un adelanto: la noticia dice que «cuanto antes demos el móvil a los niños, peor será su salud mental cuando lleguen a la edad adulta». Me temo que es otra media verdad, con muchos matices.

Pero claro, los matices no se comparten fácilmente en redes sociales porque no requieren de estómago, sino de cerebro.

Y hasta aquí por hoy. Gracias por leer.

Besos,

M.

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